lunes, 12 de julio de 2010

Otro café. ( 1 )


Era una chica normal, muy alegre, abierta con la gente con ganas de reír, de vivir, feliz en su matrimonio y su hija, entradita en carne sin preocuparla demasiado, pero algo cambio su vida, su rumbo para siempre.
todo empezó cuando se atrevió a emprenderse en el duro camino del empresario abriendo un negocio en el centro de la ciudad, se la conocía bastante por ser hija de ... y eso nunca le gusto pero no podía hacer nada, justo pared con pared había un viejo bar de familia llevado por cinco hermanos, día a día fue cogiendo confianza con todos ellos, la abrieron los brazos a la amistad, un día un café, otro día el té... así la fueron conociendo todos hasta llegar a decir, q la querían como a una hermana. Se hizo un grupo muy bueno de amigos y amigas donde el ratito del café antes de entrar era lo mejor del día, risas, chistes, confidencias, aquellos días aún no olvidados por ella, estarán siempre dentro de su corazón.
Transcurriendo un año un viaje inesperado la llevó a Gijón para un cursillo, le cambio todas sus expectativas dentro del mundo laboral y personal, se iba a formar mejor para el puesto que ejercía en su empresa y era su primera vez que salía fuera sola, sin padres ni pareja, fueron los mejores siete días hasta ese momento mejor de su vida, allí se abrió una puerta donde vio quien era ella, lo que valía por sí misma, llego a su vida cotidiana con mas ilusión y fuerza incluso empeñada en perder peso para verse aun mejor, pero en su ciudad la sociedad en la que se encontraba era muy distinta.
Sus confidentes camareros la empujaban a seguir para adelante, chicos deportistas le aconsejaban q ejercicios hacer y q comidas llevar y sin embargo en casa su marido le decía que bajara de las nubes, que ella tenía un matrimonio con el q seguir y una hija a quien criar, que no podía estar de la ceca a la meca como si estuviese sola, ella entendía lo que decía pero se negaba a bajar la cabeza y ser sumisa a todo, los problemas empezaron a llegar. Lo mejor empezó a adelgazar y sentir que gustaba más.
Entre todos los camareros había uno muy especial para ella, no sabía lo que era pero le atraía algo con el que se sentía muy bien y cuando hablaba con él, se le olvidaban sus penas. En ese verano fueron estrechando mas y mas su amistad, ella cada vez tomaba mas café, pero era para verle más, le encantaba cuando se acercaba y le decía -¿qué te pongo guapetona?- a lo que ella contestaba cada día -mi café como siempre- con una gran sonrisa, si se ponían a hablar de cualquier cosa, daba igual si era bueno o malo, lo que les importaba era el momento en el que estaban juntos.
A finales de septiembre cerraban el bar para las vacaciones, ¡noooo! gritó en silencio, llego su pena de no verle hasta transcurridos quince días, no pudo despedirse de el, sus ojos ya no aguantaron las lagrimas y se encerró en su empresa, el llamó y le pregunto por qué no se despidió se quedó callada y le dijo que tenía trabajo y no podía entretenerse.
Cogió el móvil y en un mensaje le contesto -si te vas no me preguntes si te ame o no, solo escucha una canción de amor y entenderás lo que siento por ti- el no contesto, pero cuando paso por la puerta se despidió con la mano. Pero el lunes llego su alegría nuevamente, era la una del mediodía cuando una llamada inesperada, descolgó y dijo -¿si, dígame?- una voz tan conocida como deseosa de escuchar contesto -soy yo, te llamo para que no te preocupes, ya hemos llegado a la playa- no se lo podía creer, en ese momento se convirtió en una niña de catorce años, quería gritar de alegría, se había acordado de ella. Por la tarde la volvió a llamar y la confesó que el también sentía algo pero que ya hablarían cuando llegase, cada llamada para ella era un suspiro más a su felicidad, se había vuelto a enamorar.
Lo mejor, claro, llego cuando regreso de sus vacaciones, llegaba el momento de hablar cara a cara, ese día recibió la visita de cuatro de los hermanos, todos contentos de volver a verse, en, pero ella pensaba, ¿donde se encontraba el otro? casi al cierre de la tarde llego él, un qué tal, me alegro de volver a verte muy tímidamente al igual que él, si siquiera se atrevieron a darse dos besos como con los otros, se convirtieron en dos colegiales.

CONTINUARA.


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