Paseando por un sueño para recordar. ( 2/2)

Durante todo el sueño había un filin entre los dos, como si fuéramos unos adolescentes en su primera cita, cuando había distancia entre los dos éramos tan normales el uno y el otro pero cuando nos tocábamos, ya fuera para avisarme de algo que quería mostrarme, o ya fuera yo, mientras bromeaba o cualquier cosa, nuestras miradas se buscaban tímidamente. En nuestros rostros se podía ver un poco de vergüenza y la sensación esa de: Le estoy tocando… Me está tocando…
El paseo y las conversaciones de todo tipo transcurrían, salía alguna broma, algún chiste, alguna gracieta, pero siempre eran cosas agradables. Me dijo que torciéramos por una esquina pero la oscuridad me impedía ver por dónde, ella me agarró por los hombros y me dijo -ven, por aquí- cuando cruzamos me vi de repente en una calle de un pueblo malagueño que se llama Churriana, estábamos delante de la que fue la casa de mi amigo Jerónimo, se hizo de día de repente, ahora podía distinguir perfectamente dónde, podía ver también, al final de la calle, el bar del barrio ese en particular, nos quedamos frente a la puerta de la casa, parecía que era su casa -pensé que la había tenido tan cerca todo este tiempo y no me había percatado- estábamos los dos con muestras de nerviosismo y timidez, como si el final de la cita se acercara (no estábamos muy equivocados) nuestras miradas ahora iban al suelo y se buscaban… a un lado y se volvían a buscar hacia otro lado y vuelta a buscarse, había un poco de tensión en el ambiente, en ningún momento se me pasó por la cabeza besarla para que fuera una despedida, no quería que ese día acabara nunca, entonces ella, con la timidez que nos había acompañado durante todo el paseo, me invitó a pasar, no lo dudé ni un instante y acepté, pero en ese momento en el que estábamos mirándonos ella giró su cabeza hacia la puerta y de la misma salió un… no sé cómo explicarlo… un cuerpo; no conseguí ver nada más que desde las rodillas hasta el pecho, tenía las piernas y los brazos muy largos, sus manos casi llegaban al suelo, vestía con traje, la chaqueta abierta, una camisa blanca y una corbata fina negra, se movía como los árboles que salían en la saga de “El señor de los anillos”, e irrumpió de forma brusca.
- ¡Entra para dentro! - le gritó a ella-
Me miró con nostalgia, agachó la cabeza y entró-
- ¡deja a mi niña en paz! ¡vete de aquí!
Me decía malhumorado, no sabía si el tono en el que me lo decía era el de un padre o el de un novio o esposo, a mí no me cuadraba que ella estuviera o proviniera de un engendro como ese, se paseaba farfullando delante de mí, hasta que al final se acabó metiendo en la casa, me quedé un poco desconcertado pero lo que más sentía era desolación, porque ella se había ido. Entonces decidí llamar a la puerta para buscar una explicación o para rescatarla, ya que no la veía muy feliz ni muy a gusto desde que el personaje ese apareció, cuando de repente fui a tocar a la puerta empecé a escuchar una melodía… no era estridente, no sonaba mal, pero me molestaba, aunque me era muy familiar no la distinguía, miré hacia todos los sitios, arriba, abajo, a los lados, no sabía de dónde provenía, entonces fue cuando ví delante de mí una luz que me cegó mientras la melodía seguía sonando, se desvaneció y con los ojos ya abiertos, podía ver la estantería, el ordenador y las paredes… entonces me di cuenta de que todo había sido un sueño, y la melodía, era la alarma del móvil que hacía de jarro de agua fría volviéndome de nuevo a la realidad. Maldije el móvil, estuve a punto de estrellarlo contra la pared, quise volver a dormir para encontrar respuestas, aun sabiendo que los sueños son libres y que el siguiente me podía llevar al medievo, a un planeta inexistente o bajo el mar, pero quería volver a coger el tren del sueño y saltar en la estación de Ana. Cerré del todo las persianas, quité todos los sonidos de alarmas y me tapé hasta la cabeza apretando los ojos… pero mi ansiedad por volver a mi sueño, no me dejó volver a dormir…